La vida de Johann Joachim Quantz no comenzó bien. Su madre murió cuando el era todavía un niño, y su padre un herrero de profesión murió poco después, cuando el solo tenia 11 años. Por aquel entonces Quanz ya tocaba el contrabajo, pero fue su tío el encargado de enseñarle música. Curiosamente, terminó sus estudios musicales dominando todos los instrumentos menos uno. ¿A que no sabéis cual? Efectivamente, la flauta travesera.
Un año después de terminar sus estudios musicales en Viena, Quanz decidió aprender flauta. Recibió clases particulares y se convirtió, tras muchas idas y venidas (italia, inglaterra….) en el profesor de flauta particular de el Federico el grande. Aunque, cuando Quanz le conoció todavía era príncipe.
Me gusta contar un poco esta historia porque al final de ella, Quanz era el único que podía «criticar» al rey, en el ámbito musical, pero también en el ámbito humano. Este tipo de relación tan cercana es la que se consigue en las clases de instrumento. Es una relación especial que todo profesor debería tener con sus alumnos, ya que muchas veces esta confianza que exisiste en la «clase de flauta» da lugar a cosas maravillosas. La edad del alumno no importa en lo más mínimo. Todos somos personas, y tenemos sentimientos. Somos capaces de imaginar, soñar y disfrutar con nuestra música y nuestros progresos y no nos molesta si nuestro profesor/a de flauta nos ayuda a mejorar «criticando» positivamente. Como profesor no eres ni un padre, ni un amigo, ni un profesor al uso, y eso marca la diferencia. Esto es lo que más me gusta de mi trabajo.
Si os interesa este tema podéis pasaros por el directo que haré el dia xxxx para celebrar los 200 suscriptores en youtube. Habrá regalitos musicales para todos!!
Si no te interesa el tema de la pedagogía, espero haberte presentado brevemente a nuestro querido Quanz, os contaré más sobre sus obras próximamente, pero hasta entonces podéis esuchar esta interpretación de uno de sus conciertos.
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