Como ya os he contado alguna vez, cuando entendamos que las modalidades de clases presenciales y online, no han venido para reñir, entenderemos que se pueden combinar y que podemos nutrir las unas con las otras.
1.Playalong
Hay muy pocos playalong de música clásica, pero los hay. El gran problema es que casi nadie los conoce. Además creo que la mayoría de profesores nos buscamos la vida para conseguir que el pianista acompañante del conservatorio nos grabe los acompañamientos de las obras que no encontramos.
Desde este post hago un llamamiento a todos aquellos que tengan playalongs de flauta travesera, para que compartamos estos audios que tan importantes son para nuestros alumnos. Aquí podéis encontrar una lista con 200 acompañamientos de obras que sí están en youtube. Poco a poco iré incluyendo las partituras, porque son de dominio común, pero en otros no. Espero que os sean útiles, y si estáis interesados en aportar alguno nuevo o estáis buscando algo en particular, podéis proponerlo en este formulario
2.Individualidad de los alumnos
Este detalle se ve casi siempre en las clases de teoría. Hay personas que necesitan trabajar con palabras, otros con imágenes y otros con juegos. Es imposible en una clase de una hora con 15 alumnos satisfacer las necesidades de todos.
Sin embargo, cuando realizas estas asignaturas de forma online, los mismos alumnos pueden escribir o hablar con el profesor pidiéndole que explique algo que no han entendido, y como el profesor no está ocupado en dar siempre la misma lección de forma presencial, tendrá tiempo para abordar el contenido con un formato diferente. ¿Interesante verdad?
3.Instrumentos y el papel
Los instrumentos son en su mayoria portables, es decir, que puedes tocar casi en cualquier sitio ( sobre todo los instrumentos de viento) Se pueden llevar de vacaciones, a casa de los tios o a la visita a los abuelos. Si los niños sienten que su instrumento puede acompañarles lo utilizarán para divertirse y expresarse. ¿No es esa la finalidad de la música?
Sobre el papel, hay mucho que hablar. Los músicos estamos anclados en el pasado. Seguimos transportando kilos y kilos de partituras en papel, llegando a pesar en muchas ocasiones más las partituras que el propio instrumento. ( No es broma, me pasaba casi cada día hasta que decidí pasarme al mundo digital, desde entonces mi espalda lo agradece)
4 Mayor conexión con el profesor
En las escuelas de música, como en los colegios la libertad que tiene el profesor y el alumno para elegir las clases es realmente poca o ninguna. El cuando, el cuánto y el quién está totalmente determinado por la escuela de música.
De hecho en algunos casos se determina incluso el cómo dar las clases ( el material y las audiciones). En este ambiente, el profesor y el alumno tienen poca flexibilidad para aprender.
No quiero criticar para nada las escuelas de música, han sido y son un lugar idóneo para aprender música y socializarse con personas que están en tu mismo punto de aprendizaje musical. Pero en algunos casos, ya sea por problemas de los lugares donde se desarrollan las clases, o por los horarios, o la combinación de toda la organización de la escuela, se deja de lado el poder que tiene la unión entre el profesor y el alumno. Ya que para que esta funcione, los dos tienen que sentir que pueden ser ellos mismos y que el ambiente de aprendizaje esta a su servicio y no al revés. Esto me lleva al siguiente punto
5. Diferentes modalidades de clases
La tecnología facilita poder ofrecer lo mismo en diferentes formatos. A mí por ejemplo me hubiera venido de maravilla en mis veranos, si hubiera podido tocar las obras y canciones que más me gustan con un acompañamiento. Quizá hubiera estudiado mucho más en mi primer año de clases si hubiera habido la posibilidad de que mi profesora me aportara «pildoras» de motivación diarias. (Os hablaré de esto próximamente, es algo que llevo unos meses probando y esta funcionando fenomenalmente)
Poder cambiar los audios de velocidad, e incluso poder decidir si yo mismo, (como en el juego del comecocos, tan conocido), si ya estoy preparado/a para la siguiente aventura (el siguiente nivel). Puede ser una aventura rítmica, melódica o por qué no Teórica.
Yo creo que cuando se empezó a aprender música, los afortunados que podían permitirse un instrumento y un profesor lo veían como un juego. No había videoconsolas, y lo más próximo a ver una película era leer un libro (si es que sabías leer). Nuestra sociedad a cambiado, y nuestra forma de enseñar debería de una vez por todas animarse a experimentar, porque solo de los experimentos mas locos salen soluciones maravillosas.
Me interesa muchísimo vuestros comentarios y diferentes opiniones sobre el tema, no os olvidéis que en realidad sois todos vosotros los que con vuestras preguntas marcáis tanto el camino de este blog como de mis videos en youtube 😉